• 250 g de harina de repostería
• 125 g de mantequilla fría
• 125 g de azúcar blanco
• 1 huevo
• 20 g de cacao puro en polvo
• Esencia de vainilla

Elaboración

• Para empezar en un robot de cocina mezcla la harina con el azúcar y la mantequilla fría cortada en cubitos. Mezcla hasta obtener una especie de arenilla gruesa.
• A continuación añade el huevo y un chorrito de esencia de vainilla, amasa hasta obtener una masa homogénea.
• Divide la masa en dos. Guarda una de las mitades en la nevera y a la otra añade el cacao y vuelve a amasar hasta obtener un color homogéneo.
• Guarda en la nevera por 15 minutos.
• Pasado este tiempo estira las masas (cada una por separado) sobre un papel de horno. Estira haciendo dos rectángulos iguales con ayuda de un rodillo. Yo las he dejado de 2 cms, pero puedes hacerla más gruesa si quieres. Cuanto más fina sea la masa, más vueltas tendrá la espiral.
• Coloca una sobre la otra y con la ayuda del papel de horno enrolla hasta obtener un cilindro de masa.
• Envuélvelas con el papel de horno y guarda en al congelador durante 20 minutos.
• Precalienta el horno a 180ºC.
• Saca del congelador y con un cuchillo afilado corta rodajas de aproximadamente 1 dedo de grosor.
• Colocamos en la bandeja de horno forrada con papel, cuidando que estén separadas entre sí, ya que al hornearse crecerán.
• Hornea a 180° durante 15 minutos o hasta que se doren un poco los bordes.
• Dejamos enfriar en una rejilla ¡ y ya están listas para disfrutar!